De vida alegre

He tenido que vivir casi 61 años para (más o menos) entender qué querían decir los mayores, cuando yo era una niña, y se referían a las hoy llamadas trabajadoras sexuales como “mujeres de vida alegre”. ¿Qué puede tener de alegre esa vida? Sin embargo, no ha sido una reflexión sobre el duro trabajo sexual lo que me ha llevado a entender que fuera considerado “de vida alegre”, sino la realidad de la prostitución en otras áreas menos pobres social, económica, moral, política y profesionalmente. A lo que llega un legislador, un juez, un alcalde, un regidor, un funcionario, cualquier persona con un espacio por pequeño que sea para ejercer una dosis de poder, y a lo que se prestan sus subalternos a cambio de maltrato de todo tipo para tener a su empleador lo más contento posible, es prostitución. Son de vida alegre. Los agentes del orden aprendieron a tiempo que mientras más atropellen a los ciudadanos, mayores son sus posibilidades de ascender. Los rangos son muy importantes. También son de vida alegre todos los profesionales que aceptan condiciones de trabajo denigrantes, orientadas claramente a enriquecer a los dueños de sus centros de trabajo a cambio de una explotación en cadena, donde el profesional, además de ser explotado, es obligado a explotar al usuario del servicio con el único fin de llenar las arcas de los accionistas y mantenerse en una situación de esclavo, ya que si protesta, pierde su precario sustento y queda desacreditado en el mercado laboral, de manera que no consigue trabajo en ninguna otra parte del sector al que se dedique. Nosotros, los del montón, nos hemos convertido en alegres cómplices, por acción u omisión, de todas las violaciones a nuestros derechos, incluyendo haber llegado al extremo de comprender que los agresores de indefensos probablemente son sobrevivientes de abusos, lo cual, en caso de ser cierto, no justifica la conducta. Así, los dominicanos y dominicanas, somos todos de vida alegre. Nos hemos dejado prostituir por el sistema. Perdimos por completo la moral, la cívica, el urbanismo, la fe, el espíritu de la colectividad. Lo perdimos todo. Alegremente. Al fin y al cabo, las actualmente organizadas trabajadoras sexuales llegan a ese mortal medio de subsistencia cuando o porque no les queda de otra, ya sea porque son objeto de tráfico de personas o por la más absoluta falta de oportunidades y, especialmente, de amparo estatal. No tendrían que apegarse a principios, y sin embargo, diferente al resto, se rigen por códigos de ética.

Comentarios

Piera Banks ha dicho que…
Muchos de nosotros rechazamos absolutamente ese engranaje de prostitución, no somos cómplices por acción ni por omisión, sencillamente estamos en un limbo del engranaje de producción, aportando solo los impuestos que pagamos. Sin embargo, nos hemos nutrido de manera opípara del esquema de prostitución empresarial y estatal; hemos aprendido algo importantísimo y vergonzosamente real: Hoy en día, fuera de un reducido grupo de personas dignas, solo las prostitutas tienen ética.

Entradas populares de este blog

Memorias de Gestión Consular

Prestigio prestado

Cuando baila un buen merengue