Pena ¿de qué?

Una de las secuelas postelectorales que más desesperanzada me tiene es la pena que muchos dicen sentir por Danilo, debido a todo lo que tendrá que enfrentar y que probablemente esté enfrentando ya. Quisiera una respuesta convincente a mi pregunta. ¿Por qué hay que sentir lástima, piedad, misericordia, por Danilo? En los tres gobiernos del PLD, ha tenido sus representantes ante todos los poderes del Estado, iglesia y prensa incluidas. En los dos primeros períodos, era quien daba empleos. Con seguridad, en el primero, era el oráculo de Leonel. Lejos del más mínimo escrúpulo, Danilo aceptó gustoso que Leonel dispusiera de nuestro erario y nos endeudara más para asegurarle el triunfo. Un escándalo de la magnitud del más reciente, el padrón que entregó la JCE a los partidos, diferente al que usó para las elecciones, agravado porque la diferencia numérica entre los dos era demasiado parecida a la diferencia entre los votos contados a un partido y al otro, no ha provocado un gesto de gallardía viril en Danilo, quien hace rato que debió exigir la aclaración de esa denuncia documentada y asegurar que no aceptará la presidencia hasta no estar seguro de que ganó de buena lid. Danilo fue maestro y ahora es cómplice y beneficiario de sus más aventajados discípulos. No, yo no le tengo pena, ni nada que se le parezca. Si creemos haberlas pasado todas con los peledeístas, muy pronto nos daremos cuenta de que estos doce años sólo han sido un ensayo, los avances de la película que están a punto de estrenar, y no precisamente en los cines. Nosotros, los cerca de dos millones y medio de votantes que, perredeístas o no, votamos por Hipólito y aseguramos los votos de nuestros allegados, más los que votaron por otro o por nadie, dejando bien claro que Danilo no era su candidato, no sabemos ni qué pensar de la aparente indiferencia con la que los partidos, y principalmente los comandos de campaña del PRD, están reaccionando ante los descubrimientos cada vez más indignantes sobre el montaje de las “erecciones”. Eso, sin mencionar a los que se han ido arrodillando ante “el pobre Danilo”. Es muy duro saber que, después de tanto esfuerzo, no aparece quien reclame lo que cada día queda más claro que nos arrebataron. Es insoportable saber que tendremos un gobierno lleno de gente que sabe cómo llegó, y que no fue de forma legal ni decente, por lo tanto, comprobadamente dispuesta a todo y mucho más. Es desgarrador leer y escuchar que “Danilo es un hombre bueno. Hay que cogerle pena”. ¿De qué?

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