Alerta roja



Dice en la primera plana del periódico El Día que Danilo Medina encabezará la proclama de la reforma constitucional, acto durante el cual justificará la necesidad de su reelección. 

Supongo que no hemos olvidado que Danilo se dio el lujo de abstenerse de votar en la sesión del comité político que aprobó someter la reforma al Congreso y que tuvo lugar en un hotel de playa, que no en la sede donde sesionan regularmente. 

Pocos días después, el inexplicable pacto con Leonel fue elaborado y firmado por buena parte de los miembros del comité político en el Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo, no del comité político.

Y ahora, el presidente de la república, en su condición de aspirante a la candidatura presidencial por su partido, para lo cual se ha hecho la reforma constitucional más vergonzosa de nuestra historia, que es mucho decir, no esperará a que le manden la modificación aprobada para promulgarla desde su lugar de trabajo, sino que irá personalmente a proclamarla al Congreso, sede del Poder Legislativo, no del Ejecutivo, mucho menos del comité político del PLD, desde donde formalizará y cree que justificará sus aspiraciones políticas.

Lo que manda el librito es que los dominicanos y las dominicanas nos presentemos también al Congreso a manifestar nuestro repudio, nuestra protesta por todas las acciones cometidas – y con seguridad por cometer – a los fines de las aspiraciones del presidente de la república y su grupo.

Nosotros dejamos crecer a nuestros hijos y a nuestras hijas demasiado embullados con las computadoras, los nintendos y demás juegos electrónicos. Hasta los cartones animados que ven por televisión contienen unos niveles de violencia dizque fantástica, pero demasiadas veces llevadas a una realidad extremadamente dolorosa.

No enseñamos a nuestros hijos ni a nuestras hijas a luchar por nada. Botamos el bofe, pero se lo pusimos todo en bandeja para que no se sintieran a menos en el vertiginoso desarrollo de la tecnología. Estábamos tranquilos, con nuestros hijos y nuestras hijas idiotizados ante una pantalla, sin querer salir mucho, encargando comidas chatarra por teléfono. Ya vimos en qué han terminado los que no tuvieron nada de eso, a lo que llegaron para evadir la frustración o intentar conseguir el dinero que no podíamos darles para estar a la par o más. 

Es hora de recoger los platos rotos. No tenemos nada más qué perder. Estamos en una edad en la que morir empieza a ser natural, de manera que si se nos pegan los tiros, no importa. Al menos, recogeremos la vergüenza de haber permitido que las cosas llegaran hasta aquí.

No entiendo la alharaca porque el candidato opositor haya declarado que el Congreso es una inmundicia. Es lo más fino que se podía decir. No encuentro una palabra a esa altura que defina al Poder Ejecutivo. Al PLD, no es necesario calificarlo.

Todo lo que se ha venido cocinando para materializar el proyecto reeleccionista da grima. La pasividad ciudadana ante esta alerta roja es espantosa. No sé ustedes. Yo tengo miedo.

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