Golpes y más golpes



Para quien detesta los discursos, lo de las últimas semanas ha resultado sencillamente tóxico. Al más reciente, no se sabe cómo sobrevivir. Porque, si espantoso fue el divorcio entre el contenido y la realidad, no hay palabras para calificar los comentarios de los expertos.

Como Jack el Destripador, vamos por partes. ¿Qué privilegio ha tenido nuestro país de vivir durante el gobierno de Danilo, como para que él mismo empiece su discurso diciéndolo? ¿De qué avances económicos, sociales e institucionales habla? ¿Junto a cuántos de nosotros (dijo: “ustedes”) ha tenido Danilo la felicidad de conducir un gobierno que viene rompiendo barreras históricas? ¿Qué barreras? Y apenas voy por el tercer párrafo, por cierto, cortos los tres.

Tuvo el tupé de llamar debate positivo al resultado de una campaña mediática basada principalmente en encuestas que todos sabemos cuánto nos costó de manera inconsulta e involuntaria. Esa fuerza electoral de 98% a la que se refiere incluye el +47% que sacó Hipólito Mejía, no Miguel Vargas. Y también el 0.000001 que debe haber sacado la FNP, con la que tampoco podrá contar esta vez, al menos, al día de hoy.

Es impensable que Danilo no sepa exactamente a quiénes representan los legisladores y en qué consiste su libre y soberana decisión. ¿Qué habrá querido decir exactamente al expresar: “no la estimulé ni la aceleré, pero tampoco la frené, ya que surgió de lo más profundo del pueblo.” Cada una de estas palabras requiere un análisis estructural (naturaleza y función).

El resto del discurso es de terror. Cuenta con el favor de su partido y más adelante con el voto del pueblo, ya tiene su plan trazado y lo expuso. Si hay algo que sabemos de Danilo es que no tiene límites y que mejor rodeado no puede estar. Tiene quien lo empuje, quien lo hale, y (hace creer que) se deja llevar, encantado de la vida.

Ahora lo que interesa es saber qué vamos a hacer nosotros ante esto que tenemos enfrente. Ya vimos la comprensión de los expertos, incluyendo profesionales de la comunicación que, lejos de escandalizarse, quedaron fascinados con la redacción del discurso.

Y quiero que sepan que no soy anti-reeleccionista pura y simple. Estoy en contra de la forma asquerosa en que, una y otra vez, se modifica la Constitución, siempre por la misma causa, nunca antes como ahora. Por supuesto, si ya estaba harta del PLD cuando Danilo ganó, y él mismo no me gustó nunca, la idea de que él y su partido permanezcan en el poder me desagrada en extremo.

Repito mi pregunta. Nosotros, los que no queremos seguir en la alegada felicidad, en el “privilegio”, en los “avances”, los que no estamos entre los invisibles dominicanos que Danilo ha sacado de la pobreza, pero que nos va a sacar, porque pronto moriremos, ¿qué vamos a hacer para evitar que Danilo y su combo sigan alardeando de un crecimiento económico que no hay forma de convertir en progreso?

Estamos muy golpeados, pero todavía vivimos. Reaccionemos.

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