Estudiar ¿qué?

Hay que estar demasiado falto de oficio y tener una idea demasiado pobre de los demás (siendo los demás sus propios votantes, gobernados y contribuyentes de los tributos que administra sin rendirles la menor cuenta), para alterar la vida de todo un barrio, más la de los barrios que quedan en el camino, movilizar medio gobierno y todos los lambones habidos y por haber, para dizque enterarse de las situaciones que afectan a ese sector de la población, como si no se supieran aun sin haber pasado nunca ni cerca de ahí, y encima concluir con que ahora va a estudiar la información recogida.

Todo esto, agravado por el hecho de que esos baños de pueblo, que sólo sirven para hacer más patente el absoluto menosprecio del presidente y todo su gobierno por toda la población y muy en especial los más pobres, también nos cuestan dinero, mucho, del que nos arrebatan para administrar a su sola conveniencia aun sabiendo exactamente para qué lo necesitamos y cuánta falta nos hace.

Esto es abuso, desconsideración, avasallamiento, odio, miedo al fin y al cabo. ¿Qué le falta por averiguar a quien lleva once años cumplidos gobernando, de los cuales los últimos siete han sido consecutivos? ¿Qué criterio mercadológico tan abominable produjo ese circo sin pan? No hay respeto, ni por los moradores de ese barrio ni por el resto de los habitantes del país. ¡Movilizar la prensa, ocupar su tiempo y su espacio para producir una noticia tan burlesca! ¡Otra sacada más de lengua! ¡El presidente dijo que va a estudiar! Pero a estudiar ¿qué?

Bien sabe él que en esa materia hace rato que se quemó, que no la pasa ni en completivos. No hay un solo dominicano que crea en el interés presidencial por resolver nada, y menos a estas alturas del campeonato. Ni se lo creyeron en los pueblos que rodean el Lago Enriquillo, ni se lo creyeron en Gualey, ni se lo creen en ninguna parte, ni se lo cree él mismo, ni uno solo de los componentes de su gobierno, ni el candidato, ni los dirigentes, ni medio miembro de su partido.

Tampoco es para eso que le pagamos no sabemos cuánto, ni es así como queremos ver nuestro erario y nuestras inconsultas deudas desperdiciadas. Ya no saben qué más inventar para alimentar el ego del presidente. Con eso y la “noticia” de que la reina de Holanda y él coincidieron en una “inquietud”, se nota a leguas que la creatividad se está agotando y que están desesperados, ni siquiera por un intento inútil de recuperar la credibilidad: sólo para alimentarle el ego. No perciben que dan asco.


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