Si no se cacarea,…

Recuerdo que durante su gobierno, Hipólito Mejía acostumbraba a decir que “el huevo que no se cacarea, se pierde”. En estos días, estuve en SeNaSa y encontré el local lleno de vejigas en los colores que identifican la institución.

Grande fue mi sorpresa al enterarme de que se trataba del noveno aniversario de esa aseguradora de riesgos de salud, lo que significa que fue fundada en 2002, es decir, dentro del período 2000-2004, probablemente creada por una ley del congreso de aplastante mayoría perredeísta (todos, menos José Tomás).

Cada día más, el gobierno morado cacarea los huevos ajenos, y los que no puede cacarear, los esconde. Recientemente, se atrevió el vicepresidente a decir que Hipólito no fue el gestor de las tarjetas Solidaridad, para que vean que de tanto mentir, ellos mismos están creyendo en sus propias mentiras, como quienes han perdido todo el sentido de la realidad.

Así, durante la caravana del fin de semana pasado por el Suroeste, dos de tres concentraciones tuvieron lugar en canchas deportivas construidas durante ese período de gobierno perredeísta, una en Neiba y otra en Duvergé. La de Barahona fue en el comando de campaña, a la entrada de la ciudad. Y, aunque el actual coordinador de la campaña fue el secretario de deportes de ese gobierno y estaba presente, no capitalizaron el dato.

Seguramente durante el gobierno de Hipólito se hicieron más obras en la región, el caso es que recordarlas, sin ánimo de pasar factura por el deber cumplido, refuerza la credibilidad para las promesas firmes de darles alivio duradero, ahora que hay más conocimiento y experiencia, y que el actual gobierno morado en tantos años no ha logrado quedar bien ni una sola vez con esa población cuya extrema pobreza se ha convertido en indigencia por el desamparo estatal y los desastres naturales. El voto del sur podría decidir las elecciones.

Los pueblos saben qué gobernantes se han ocupado de ellos. Por ejemplo, en la gira anterior, en Oviedo nos dijeron que lo poquito que había en el pueblo, lo había hecho Balaguer. Ahí están ellos, con sus casitas y sus calles, su tanque elevado sin agua, sin luz, sin fuentes de trabajo ni público ni privado, sin programas, ni planes, ni proyectos, a las buenas de Dios y de los bultitos que el mar les trae de vez en cuando. Y no son los más pobres.

Una línea final para recordar a Miguelito y a sus seguidores que a ellos también les conviene que gane Hipólito. “Cuando el rebaño se une, muere de hambre el león”. Este león es insaciable.

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