Independencia ¿esquina qué?

Independencia. ¿Quién es independiente? En la República Dominicana, todos somos dependientes. Los menos, son interdependientes o, como se han inventado ahora (qué feo suena y qué mal se explica), co-dependientes.

En 2012, la Independencia no pasa de ser el nombre de una calle o avenida en absolutamente cada pueblo del país. La provincia que lleva ese nombre es exactamente la más pobre. La Independencia no es un concepto en la mente de los dominicanos, no forma parte de nuestro estilo de vida, ni siquiera es una meta a alcanzar.

Celebramos el día de la Independencia, nuestra fiesta nacional, sin saber muy bien, peor, sin que nos importe un carajo qué ocurrió algún 27 de febrero hace muchísimos años, por lo tanto, ignorando por completo a qué se debe el feriado. Y, la verdad sea dicha, si fue para liberarnos, como dicen los libros, del yugo haitiano… (Conste que a mí no me molestan para nada; es más, soy descendiente de esclavos haitianos).

Ahora, jurar que vivimos en el progreso y no tener idea de lo que significa, ni aspirar a vivir como personas independientes es una tira cómica, pero de esos chistes de los que sólo nuestra ignorancia y nuestra irresponsabilidad nos permiten reírnos.

Somos escandalosamente dependientes, de todo y de todos. Hemos permitido que nos mantengan en situación de dependencia plena. Y, repito, nos hemos acomodado en nuestra ignorancia y nuestra irresponsabilidad, todos, desde los más pobres hasta los más afortunados, desde los más marginados hasta los más privilegiados.

No tenemos perdón de Dios. Porque la otra parte es que, lejos de apreciar las cosas, las circunstancias o a las personas de las que dependemos, las subestimamos, las detestamos, las engañamos, las irrespetamos.

Tenemos un modelo insuperable a seguir: el gobierno, el administrador de nuestro Estado, de nuestro patrimonio que, por un lado, nos ha puesto a depender, por ejemplo, del Fondo Monetario, y no cumple los compromisos de su acuerdo; y por el otro lado, depende de todos nosotros, dueños del Estado que administran, contribuyentes y votantes, y no nos respetan para nada, nos tratan como si les estorbáramos, al extremo de que si jodemos mucho nos quitan del medio.

Cuando les da la gana, ejercen una precaria, ofensiva y humillante caridad, dándonos a su antojo limosnas de nuestro propio dinero que gastan en sus caprichos, verbigracia trencito eléctrico tamaño natural, sombreros, cuentas en moneda dura, etc. Como no les alcanza, nos endeudan. No conformes, nos culpan de todos los males, suyos y nuestros. Demasiada esclavitud para darnos por independientes.

Sin embargo, nosotros, los súper dependientes ciudadanos y ciudadanas de este país ¿independiente?, lo aceptamos como bueno y válido, mientras seguimos recibiendo remesas, dádivas, solidaridad de nuestro entorno familiar o social, o jugando números en todas las loterías a ver si, al menos económicamente, nos independizamos.

Aprovechemos esta celebración de la Independencia para reflexionar. Sólo cuando alcancemos nuestra independencia moral y mental podremos decir que somos independientes, es decir, cuando dejemos de sentirnos cual falsos responsables a partir de una cómoda verdad a medias: que otros son mucho más irresponsables.

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