Cuentas en el extranjero

Si me hubieran dicho que se ha descubierto que la primera dama y candidata a la vicepresidencia por el partido que su marido preside tiene un amante que le ha depositado todo el dinero del mundo en una cuenta, se lo habría celebrado, la habría apoyado, aplaudido y defendido. No digo que habría votado por ella, eso no, pero me habría hecho muchísima gracia un capítulo así en esta novela. Creo que habría sido un ingrediente muy relajante en los tensos momentos que estamos viviendo.

Comprendo ahora su nerviosismo del miércoles, la premura en firmar ese pacto contra la violencia de género, su voz trémula al anunciar que tomaría licencia para hacer campaña. ¡Ya sabía que eso venía! Desde la hora en que me enteré del estado de una de sus cuentas en el exterior, no he parado de temblar, ya ni sé si de susto o de indignación. Empresarios exitosos de muchos rincones del mundo nunca han logrado ahorrar esas sumas. Es más, ni saben contar hasta ahí.

Del mismo modo que no entiendo cómo ha logrado hacer esa fortuna quien se supone que ni sueldo tiene, tampoco entiendo la falta de reacción, primero de ella misma, luego de su marido que, aunque no lo crea, debe rendirnos cuentas, y sobre todo del pueblo dominicano que no exige explicaciones. En cualquier parte, mucho menos que eso es un escándalo de gran alcance. A estas horas, cualquier nación habría escuchado y leído una comunicación oficial.

¿Es cierto, entonces, que aquí se perdió por completo la capacidad de asombro? ¿Será que lo único que podemos esperar de lado y lado es morbosidad? ¿Tiene razón quien dio a este hecho de interés nacional la categoría de chisme, es decir, de algo que aun siendo verdadero no es de nuestra incumbencia? ¡Daría la vida por un desmentido contundente!

¡Santo Dios! Recuerdo aquella dentista que llevaba veintisiete años en un hospital, no solamente trabajando por un sueldo de miseria, sino llevando, de su bolsillo, buena parte del material gastable, y consiguiendo donaciones incluso de fuera y pagando aduanas, para poder hacer su trabajo, hasta que un día, en el primer gobierno morado, llegó un tipo diciéndole: “ya usted no trabaja aquí, me nombraron en su lugar, porque usted se roba las jeringuillas y la anestesia”. Y así, tantas historias de profesionales, no solamente expulsados, sin jubilación, sino insultados y desacreditados por aquellos “pastores evangélicos con su Biblia bajo el brazo” que eran los peledeístas.

¿Cómo puede nadie tener tanto dinero en moneda dura viendo que este país se está cayendo a pedazos, que hasta en las familias que trabajan y viven en lo claro se está pasando hambre y necesidad? Ayer mismo leí de una familia que no ha podido enterrar su muerto porque se lo tienen secuestrado debido a su incapacidad de pagar la cuenta de un hospital regido por un patronato que preside el cardenal. Y un niño con problemas mentales, también secuestrado en el mismo hospital, por el mismo motivo, no hablemos de los que han muerto y morirán por falta de recursos, incluyendo a quienes la muerte ha atrapado esperando el agotador papeleo para las donaciones del Despacho.

Todas las noches los noticiarios dan cuenta de uno o más poblados protestando por falta de agua, de luz, de calles, de instalaciones sanitarias, de escuelas, de servicios de salud, de todo.

Pero los peledeístas son así, mucho más que indolentes. Si usted, desesperado/a, se pone a vender helados caseros en la puerta de su casa, rápidamente llega un comesolo y le pone enfrente una heladería de franquicia; mientras la prepara para abrir al público, le suelta los perros, léase el Ayuntamiento y la DGII. Como instalar esa heladería no le ha costado nada, lo que menos le importa es que le vaya bien.

Igualmente, debido al próspero negocio de las importaciones de varios funcionarios, los productores están en quiebra. Lo único que interesa es quebrarlo/a a usted, porque sí. Son de mal fondo, porque sí.

Sin incapaces de disfrutar su bienestar si no palpan el malestar ajeno, colectivo. Sólo logran sentirse superiores disminuyendo a los demás. Sólo se sienten ricos viendo de cerca la pobreza de los otros. Son sádicos, insaciables. Por eso no quieren salir del poder. Ahora el león se ha disfrazado de cordero y le ha puesto al disfraz una flor en salva sea la parte.

Queremos, necesitamos y exigimos conocer el origen de los fondos de esas cuentas. Sí, porque además es impensable que todo ese dinero provenga del Estado dominicano, no hablemos de la brega que le da a cualquiera abrir una módica cuenta de banco local. Tampoco creo que esté guardando en una cuenta personal las donaciones recibidas para sus obras, incluyendo las construcciones y reconstrucciones en Haití. Esto sobrepasa por mucho los límites de la desigualdad. Esto desmonta por completo su bien vendida imagen de sensibilidad.

Mientras prepara una aclaración satisfactoria que no deje el menor resquicio de duda, sería muy prudente que retire su candidatura. El PLD no merece ni un solo voto, ni nada que no sea el escarnio público.

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