El primer año

Los pediatras y los sicólogos están de acuerdo en que el primer año es determinante en la vida de un ser humano. Tanto su alimentación como su desarrollo sicomotor, y su carga emocional, lo marcarán para siempre.

Por eso, todo programa de gobierno que pretenda ser creíble, confiable y que pretenda dejar hecho un trabajo que trascienda, está obligado a empezar por ese segmento de la población que, por cierto, no vota y que en un país como el nuestro, más o menos la mitad es producto de una madre que tampoco vota, dada la alarmante y creciente cifra de madres adolescentes.

Pero la atención a estos infantes tiene que ser prioritaria si queremos que el progreso se traduzca en desarrollo. A pesar de que existen unas pocas guarderías públicas y otras más privadas, son demasiados los niños y las niñas que se convierten en factores de aumento de pobreza – y de violencia - porque impiden que la madre trabaje y/o estudie, o que desde su más tierna edad se someten a la tensión – y a menudo, a las inclemencias del tiempo – que implica el juidero matinal para llegar a un lugar no necesariamente cercano a pasar el día mientras la madre precariamente se gana el sustento.

Hay dos cosas muy fáciles de hacer a favor de los bebés dominicanos. Una es crear centros de capacitación para las madres, especialmente las adolescentes, que incluya un sistema de que unas atiendan los hijos propios y ajenos mientras las otras se capacitan y luego ésas se capacitan mientras las otras atienden los bebés, por supuesto, asistidas por puericultoras que a su vez serían supervisadas por pediatras.

La otra sería que personas maduras de cada barrio reciban en sus casas a los bebés de sus vecinas mientras éstas se van a trabajar. Así, los niños no tienen que viajar temprano en la mañana, la madre no tiene que salir de su casa horas antes de presentarse en su trabajo, y esas personas ya en retiro se sienten útiles, ganan un dinerito al tiempo de jugar el rol de abuelos y abuelas en esa, la más importante etapa en la vida de un ser humano. Por supuesto, también habría que prestarles asistencia de puericultores y supervisión de pediatras.

No sé qué institución estaría llamada a hacerse cargo de tan simple programa, pero insisto en que un gobierno que ignore a los recién nacidos hasta que lleguen a la edad preescolar, además de estar privando a las madres, adolescentes y adultas, de toda posibilidad de ser autónomas, está condenando para siempre a los futuros adultos, incluso a que no lleguen a serlo.

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