Ménage à trois

No sé si para su suerte o su desgracia, pero siempre he tenido la impresión de que hay muchas cosas que le importan y le interesan más que la vida sexual a Leonel. Por eso no me sorprende que para su gran pasión, el poder desmedido, avasallante, secuestrado, haya incluido a un tercero en su vida de pareja en el poder, convirtiéndola en ménage à trois.

Leonel aparece en los afiches de campaña: el candidato presidencial de un lado, Margarita en el medio y Leonel del otro lado, en una perspectiva que lo hace lucir un poco detrás, pero por milímetros, y con una expresión en el rostro, una mirada, que no dejan el menor resquicio de duda sobre su rol en ese trío. Realmente, quien parece no saber cuál es su verdadero lugar es Danilo. Observen bien la foto, que lo dice todo, incluyendo la posición de Margarita.

En los tiempos del amor libre, no hubo ménage à trois exitoso, duradero. El tercero siempre sale lastimado, derrotado. Muy pronto se da cuenta de que lo han estado utilizando para hacer realidad las fantasías sexuales de uno o los dos miembros de la pareja, y eso que estamos hablando de sexo, el summun del placer.

No tiene por qué ser mejor en política, y menos de esta calaña, de estas intenciones tan malsanas, tan perversas. Eso es lo que llamamos entrar en todas, y miren que no soy puritana. Aprendí temprano a no sufrir con lo que otros gozan, claro, a menos que ese gozo me perjudique. Y el pretendido gozo de este ménage a trois en particular nos perjudica absolutamente a todos, incluyendo a sus propios seguidores.

No estamos hablando de un ejercicio sexual mal visto socialmente, o difícil de explicar a una eventual prole. No. Estamos hablando de una práctica extremadamente retorcida para hundirnos más, si fuera posible.

No hay un solo motivo para aguantar esto. Es el colmo de un capricho, que diez millones de personas sigamos viviendo como vivimos, cada día más empobrecidos, más endeudados y peor tratados, para que un minúsculo grupo mantenga su vida desenfrenada a nuestras expensas.

Danilo, sin ser presidente, tiene una cuota inmensa de poder, de modo que a él debemos gran parte de nuestra desgracia. Margarita no eructa a la hora de cerrar calles para apear tramos en tiendas exclusivas fuera de aquí, pero pone muchas trabas a la hora de boronear a quienes necesitan esos mismos fondos del Estado, nuestros, que definitivamente no son para comprar sombreros. Y de Leonel, ¿qué queda por decir?

Este ménage à trois es más peligroso que el Triángulo de las Bermudas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Memorias de Gestión Consular

Prestigio prestado

Cuando baila un buen merengue