Fantasía sexual

No me alcanza la imaginación para hacerme una idea del impacto recibido por el presidente Obama al enterarse de que es parte de las surtidas fantasías sexuales del ex presidente italiano; saberse, en verdad, un oscuro objeto del deseo. ¡Santo Cristo de Bayaguana! ¡Santo Cura de Ars! ¡Santa Cruz del Seibo! Freud vivió en la época equivocada. Se estaría dando banquete ahora. Efectivamente, Barack Obama es un hombre muy atractivo, incluso quitándole la imagen del poder. Es más, tengo la impresión de que sabe que gusta. De ahí a que un hasta hace poco colega disfrace de él a una de sus chicas de compañía, el paso es grande. En lenguaje más o menos llano, Berlusconi jugó a tener un momento de sexo con Obama (me habría encantado escribirlo de otro modo, pero haré un gran sacrificio y lo dejaré así). El caso es que esto obliga a desarrollar la sexo-política como tema de estudio. Habrá que incluirla como materia en la carrera de ciencias políticas. ¿Por qué querría un presidente de país civilizado hacer lo más real posible su fantasía de poseer al presidente de una potencia mundial? No parece una fantasía homosexual pura y simple. De hecho, no pagó a un varón para que se disfrazara de Obama, lo que aumenta la evidencia de sus prejuicios. La fantasía tiene visos de racismo, de ejercicio de poder, por tanto, parece un acto de odio, pero de odio a sí mismo, aunque proyectado a su antiguo homólogo a través de una joven negra, pobre, subdesarrollada, que jura haberse sacado un premio prestándose a tan retorcida actividad. Berlusconi no sabía que somos muchos los dominicanos y muchas las dominicanas que no completamos el orgasmo hasta que no se lo contamos al mundo. Pobre muchacha, sabrá Dios cómo llegó a Italia, y miren todo lo que cree haber conseguido, ¡un pasaporte europeo y otro a la gloria! Ella no distingue entre una relación y otra, más allá de cualquier diferencia en el pago. Si quien le paga, siendo presidente, no se respeta, ni respeta el pueblo que gobierna, ¿por qué habría que respetar a cualquier otro presidente? Su propio placer no cuenta en esta historia. Quien debe quedar contento es el cliente, máxime un cliente tan importante, que paga bien. Cada día queda más clara la importancia de conocer los detalles de la vida personal de quienes aspiran a gobernarnos, con qué se divierten, en qué gastan el dinero y cómo emplean su tiempo de ocio. Y, sí, también es importante conocer sus hábitos sexuales, preferencias aparte, antes de ponerles el Estado en las manos.

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