La bomba fecal

Mientras unos se preguntan cómo hicieron para colocarla, quién puede haber sido, o si fue que Franlklin Almeyda olvidó su merienda en el ascensor, como comentó alguien debajo de una noticia, mi pregunta es ¿cuánta gente defecó y en qué circunstancias, para llenar esa funda de excrementos? Sí, porque a estas alturas del campeonato no nos pondremos a teorizar sobre la más absoluta pérdida de investidura, de respeto, de honorabilidad, de nuestras instituciones y quienes la dirigen. ¿Para qué, si todo está tan a la vista? ¿Para qué, si todos somos cómplices por acción u omisión? Lo cierto es que esto ha venido a ser como un refresco en medio del calentamiento de los últimos días. Todavía no he terminado de asimilar los hechos, no los he colocado en su lugar, no he salido del shock. Creo firmemente que mi candidato, Hipólito Mejía, ganó las elecciones. Partiendo de ahí, quienes lo seguimos merecemos ver los números del centro de cómputos antifraude, estamos de acuerdo en que Hipólito hizo bien en detener el inminente derramamiento de sangre, pero entendemos que podríamos acudir a un tribunal internacional y/o generar opinión pública global para que el resto del mundo desconozca el resultado que dio la Junta, la misma del ascensor cagado. A los de afuera, los no perredeístas que apoyamos a Hipólito, nos parece que es demasiado tarde para hablar de que Miguel Vargas renuncie o sea expulsado. Eso debió ocurrir hace un año. También vimos de cerca durante el proceso que Miguelito es el peor, pero no el único mal que afecta al PRD. Pudimos notar que en ese partido no hay militantes. Todo el mundo, sin excepción, es dirigente. Y como si fuera poco, todos son héroes nacionales. Los hay de una egolatría sin parangón. Ya en las finales – y esta fue la única acción en la que lucieron cohesionados – cogieron un aire de ministros, directores generales, embajadores, y demás, y empezaron a asquerosear a todo el que se acercó para apoyar - y apoyó, más allá de sus posibilidades - la campaña. Fueron demasiadas las comisiones que no llenaron su cometido, que no cumplieron sus compromisos, que no hicieron lo que tenían que hacer. De hecho, no había quien hiciera el trabajo: todo el mundo era director/a, o subdirector/a, ya fuera ejecutivo/a, o técnico/a. Para quienes intentaban hacer algo efectivo, zancadilla o intriga. En vez de estar pidiendo renuncias o destituciones, salgan de ahí. Los invito cordialmente al PRSD. Mientras, si averiguan algo más de la funda de mierda, cuéntenmelo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me alegra saber que se te acabo la desesperación...

Ahora a ser felices todos, apoyando con ánimos renovados al presidente electo.

Para bien de todos.

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