Tolentino tiene razón

Desconozco el criterio a partir del cual se pretende creer y hacer creer que Miguel Vargas representa la unidad del PRD. De lo poco que recuerdo es que, además de alzarse con la presidencia del partido, desconoció a los ganadores de los puestos de dirección y colocó en ellos a quien le dio la gana (y conste que no tengo preferencias ni por los agraciados ni por los despojados). Para las elecciones de 2010, no fueron pocas las candidaturas que arrebató a los ganadores de convenciones en sus respectivas provincias y las cedió incluso a personas ajenas al PRD. Se supone que los estatutos prohíben que el presidente del partido se presente a convención tras la candidatura a la presidencia de la república y él lo hizo. En un hecho sin precedentes, dedicó todas sus fuerzas para que el candidato del partido que él preside perdiera las elecciones. Todo eso y mucho más se lo aguantaron. Y todavía se atreven a decir que su improbable renuncia o su eventual expulsión pondrían en peligro la unidad de partido. Ahora no sé si preguntar qué unidad o qué partido. Otra cosa que tampoco entiendo es cómo se atreven algunos dirigentes del PRD a llamar lacras a Miguelito y su combo. Creo que les está haciendo falta un espejito, porque dan la impresión de que se les olvidó quiénes son ellos mismos, cuál es su imagen real. También los invito a que pasen revista a sus actuaciones durante la campaña para que midan y constaten que los daños y perjuicios que causaron no fueron menores que los del incalificable presidente de su partido. De manera que, si a expulsar van, es una purga lo que procede. De ningún modo estoy diciendo que esta desgracia sea privativa del PRD. Me estoy refiriendo a ella porque a su causa me dediqué a tiempo completo, en cuerpo y alma, estos dos últimos años, a cambio de absolutamente nada. A modo de ilustración, les cuento que hubo algunas actividades para las que conseguí todo o casi todo lo que se necesitaba y en algún momento daban las gracias a quienes la hicieron posible, incluyendo con razón a quien había hecho o haría la limpieza y, para mí, ni siquiera un saludo personal de cortesía, como si no estuviera presente; no hablemos de las exigencias, los caprichos, los desdenes, los menosprecios, la falta de respeto al tiempo ajeno, en fin… La unidad del PRD no está en Miguel. Si algo aprendí es que, por más que quiera y sienta que puedo y debo apoyar a un candidato, lo más saludable es apoyarlo desde afuera, lo más lejos posible del partido que lo presente.

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