El mayor de los peligros

Habiendo visto los anteriores, y sabiéndome su financiadora inconsulta e involuntaria, no iba a perderme la tercera presentación televisada en cadena, “El mayor de los peligros”. Nunca antes un título se ajustó más a una obra. No sé del resto de quienes lo vieron, pero no recuerdo haberme sentido jamás tan en peligro como esa noche, al constatar ¡y de qué forma! en las manos que hemos estado durante tanto tiempo y pretenden que sigamos hasta que se cansen o se mueran. Buscando información que medianamente explicara el estado de salud mental requerido para producir semejante documental, recordé, de mis mejores tiempos de traductora, el concepto de proyección, que en sicología se usa para definir un mecanismo de defensa que opera en situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. Acudí a un sitio tan accesible y sencillo como Wikipedia, donde confirmé que se proyectan los sentimientos, pensamientos o deseos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a este objeto externo. Por esta vía, la defensa psíquica logra poner estos contenidos amenazantes afuera. Aunque el término fue utilizado por Freud para referirse específicamente a un mecanismo que observaba en las personalidades paranoides o en sujetos directamente paranoicos, las diversas escuelas psicoanalíticas han generalizado más tarde el concepto para designar una defensa primaria. Como tal, se encuentra presente en todas las estructuras psíquicas (en la psicosis, la neurosis y la perversión). Por tanto, de manera atenuada, opera también en ciertas formas de pensamiento completamente normales de la vida cotidiana. En el psicoanálisis clásico freudiano, se entiende por proyección el mecanismo de defensa en el que impulsos, sentimientos y deseos propios se atribuyen a otro objeto (persona, fenómeno, o cosa externa). Aparece tempranamente en la obra de Freud, por primera vez en 1985, en una carta a su amigo Wilhem Fliess, y un año después en un trabajo publicado en 1896, Nuevas puntualizaciones sobre las psiconeurosis de defensa, en principio, como defensa asociada a la paranoia: En la paranoia, el reproche se reprime en un camino que se puede denominar proyección, puesto que erige el síntoma defensivo de la desconfianza hacia otros; con ello se le quita reconocimiento al reproche y, como compensación a la falta de protección contra los reproches, éstos retornan en forma de ideas delirantes. Todo lo anterior no alcanza a definir el equipo que genera, produce y divulga los trabajos de una campaña a la cual la palabra sucia viene quedándole como un elogio, pero es lo más sano que podemos hacer, no tanto como para perdonarlos, entenderlos, ni aceptarlos, sino para conocer las causas y los efectos del grave mal que los aqueja, y tomar las medidas pertinentes.

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