Problema de ellos
La ambición rompió el saco. A todo puerco le llega su San Martín. Etcétera.
Etcétera. Lo cierto es que esta batalla campal por la hegemonía morada debe
mantenerse entre ellos. No debemos meternos, ni opinar, ni apostar. Sólo observar
a una distancia prudente, y no digo de lejos porque tampoco podemos perderlos
de vista, no vaya a ser que termine afectándonos a todos, ya demasiado
perjudicados por sus desmanes.
Los dejamos llegar muy lejos. Ahí tenemos los resultados. Para nuestra
suerte, se están rasgando las vestiduras unos a otros. Las informaciones,
algunas mantenidas en secreto hasta hace poco, dichas por ellos, suenan de otro
modo (a confesión de partes...). Circulan fotos, videos, textos, declaraciones
que nos recuerdan que no es de ahora que vienen gruñéndose, arrancándose los
pellejos a mordidas.
Los peledeístas no tienen derecho a nada de lo que están haciendo. Ojalá no
nos cueste demasiado cara nuestra indiferencia a pesar de todas las señales tan
claras y tan a tiempo que nos dieron. Se lo permitimos todo y mucho más, como
esos padres que, por cualquier influencia, circunstancia o irresponsabilidad,
crían a sus hijos a rienda suelta, para terminar, indefectiblemente, con las
manos en la cabeza.
De todos modos, jamás los entenderemos. Si nos detenemos a escuchar algunas
de las palabras públicas de algunos de ellos, nos preguntaremos cómo llegaron
juntos a este día. Por poner algunos ejemplos, aparte de todas sus enfáticas
declaraciones en contra de la reelección, que no se compadecen con los mal
disimulados afanes – a pesar de haberse permitido no votar en el comité
político donde se aprobó -Danilo dijo en medio de un discurso que Leonel,
Reynaldo y Pina Toribio eran sus tres enemigos: “óigase bien, no he dicho
adversarios, he dicho enemigos”.
Y ahora digo yo: léase bien: ¡El jefe de su partido y esposo de su
vicepresidenta (por no entrar en más detalles de ese apretado nudo); el
secretario general de su partido, senador, hermano de su secretario personal y
de su jefe de investigaciones (también para no entrar en más detalles); y Pina
Toribio, nada más y nada menos que su consultor jurídico, el que elabora los
decretos que él firma!
Los peledeístas no tienen perdón. Es grave, peligroso, el ambiente que han
creado en toda la ciudadanía, a lo que nos han expuesto. Ni devorándose unos a
otros como lo están haciendo nos resarcen. Pero, al menos, saldremos de ellos
de una vez y para siempre.
Pérdidas, las hemos tenido y las tendremos. Bajas de guerra. Sólo nos queda
permanecer alertas para que no vaya a aparecer un pretendido mesías, un falso
salvador, de saco y corbata, peor, uniformado, o mucho peor, importado, que nos
pesque sin dificultad en este río tan desbordado.
Nos tocará recoger los platos rotos aunque, a este ritmo, no quedará piedra
sobre piedra. Por el momento, tenemos que seguir trabajando por la unificación
del voto, consolidando nuestras propuestas y candidaturas y, repito, no perder
de vista ese pleito de perros, sin involucrarnos en él.
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