El culto a la personalidad



El culto a la personalidad es una adoración y adulación excesiva a un caudillo vivo, especialmente a un jefe de Estado; una admiración a nivel religioso de figuras carismáticas en la sociedad y en la política.

Según el Diccionario Soviético de Filosofía, es una ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, una ponderación excesiva de sus méritos reales, la conversión del nombre de una personalidad histórica en un fetiche. 

La base teórica del culto a la personalidad radica en la concepción idealista de la historia, según la cual el curso de esta última no es determinado por la acción de las masas del pueblo, sino por los deseos y la voluntad de los grandes hombres (caudillos militares, héroes, ideólogos destacados, etc.). 

El mensaje detrás del culto del personalidad es "En este régimen la única persona que importa soy yo". Como ejemplo, en República Dominicana bajo el régimen de Trujillo, donde puentes, edificios públicos y la capital de la república fueron nombrados en su honor. En las placas de los vehículos se incluyó el lema "¡Viva Trujillo!". Y en todas las oficinas gubernamentales, era obligatorio exhibir una foto del tirano, costumbre de tan mal gusto que se ha mantenido hasta nuestros días, en todos los gobiernos de todos los partidos.

Si hacemos la lista de emocionadas manifestaciones de nuestro legendario tumba-polvismo, no importa quién sea el gobernante (y hasta jefecito de quinta), nos pasaríamos el resto de la vida vomitando. No sé si recuerdan aquel slogan de campaña reeleccionista: “Joaquín Balaguer es la paz y la felicidad”. Una vez oí a alguien vocear a Leonel, que iba pasando en loca caravana: “Ahí va el faro de luz de la democracia”. 

Todos, en su momento, han sido sujeto del incalificable lambonismo, penosa confusión de la lealtad con la sumisión. Danilo no ha dejado nada al azar. Se ha ocupado de que eso no le falte ni le falle ni un solo instante durante su mandato.

Según el psicólogo Gustav Bychowski, los rasgos de personalidad de políticos autoritarios están influenciados por factores psicológicos colectivos y favorecen el ascenso de la dictadura. La obediencia y la sumisión ciegas a una autoridad auto-designada son posibles únicamente cuando el pueblo se siente debilitado por su propio yo y renuncia a la crítica y a la independencia conquistadas previamente. 

Ese debilitamiento puede manifestarse bajo el influjo de la ansiedad, el temor y la inseguridad. En tales circunstancias, el yo colectivo, sacudido por su sentimiento de impotencia, regresa a una etapa más infantil y busca ansiosamente ayuda, apoyo y salvación. Así, el grupo confía en este individuo y lo venera.

Hay pocas palabras mías en todo lo anterior. Casi todo lo encontré en Wikipedia. Y ni así entiendo por qué hay políticos que, no conformes con aceptar con naturalidad tan repugnante práctica, insisten en permanecer en el poder, en volver a él. Juran que no se puede vivir sin ellos, a pesar de saber mucho mejor que nosotros en qué han convertido la vida de sus gobernados.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy buen Cibercosette.
El culto a la personalidad tiene dos extremos:
Uno fue Trujillo. Conservo en mi casa un letrerito que era obligatorio tener en cada hogar. Éste rezaba:
"EN ESTA CASA TRUJILLO ES EL JEFE".
El otro extremo lo tiene el actual Presidente de Costa Rica Don Luis Guillermo Solís, quien prohibió su fotografía en las oficinas públicas del país. Además de eliminar su nombre en las placas de toda obra pública. El candidato que ofrezca eso en la R,D, ¡GANA LAS ELECCIONES!
Saludos desde Costa Rica.
Ramón Mena Moya
cibercosette ha dicho que…
Me escriben por email: Qué buena y bien documentada síntesis? Recibir el culto es un vicio, y tener al caudillo una necesidad de las masas; en particular las analfabetas, o alfabetizadas con una sola mano de alfabeto.

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