Madres
No se puede tratar el tema de las mujeres sin incluir la maternidad. Referirse
a las madres como un todo es la peor de las generalizaciones, particularmente
cuando somos parte de grupos políticos cuyas actividades del momento giran en
torno a una campaña electoral, sabiendo como sabemos que las mujeres somos la
mitad – probablemente más – y que, efectivamente, parimos y criamos a la otra
mitad.
Sí, todas tenemos factores en común, todas vivimos en un desamparo estatal
espantoso. Sin embargo, hay demasiadas madres en condiciones especiales de las
cuales no se puede salir del paso, y menos en fechas como ésta, sin una
propuesta contundente que respalde la imagen de esperanza que un partido y sus candidatos
han vendido tan bien, rápidamente.
Vamos a ver. ¿Por qué seríamos la esperanza de las madres con pareja que
viven en condiciones de violencia, cuando menos económica y social, para no
entrar en lo físico, emocional y demás apellidos? ¿Por qué nos sentimos ser la
esperanza de las tantas madres solteras, especialmente de las adolescentes? ¿En
qué consiste la esperanza que representamos a tantas madres que mantienen a sus
proles – y no pocas veces a los padres de esas proles - ejerciendo trabajos
forzados, particularmente el servicio doméstico y el alquiler de placeres sexuales?
¿Y esas madres que, de nacimiento o por accidentes – incluyendo accidentes
médicos - se encuentran física, emocional o mentalmente limitadas o padecen
enfermedades crónicas o, no sé si es peor – son madres de hijos e hijas en esas
situaciones?
¿Qué decir de las tantas madres en migración irregular – y muchísimas
nacionales de pleno derecho – que carecen de documentos que les permitan
estudiar, trabajar y proporcionar identidad a sus proles?
La pobreza en sí no es llevadera. Todas las condiciones expuestas y muchas
otras recrudecen la pobreza. Ponen más lejos la posibilidad de salir de ella.
¿Qué tenemos para ofrecerles, que les siembre la esperanza? Felicitarlas es
casi una falta de respeto. Agasajarlas, obsequiarlas con fines proselitistas es
aberrante.
No sé cuál es el miedo a formalizar compromisos con las madres dominicanas,
compromisos simples, factibles. No sé cuál es el miedo a pronunciar la palabra
clave: autonomía, lo único que necesitamos, lo único que debemos ofrecerles.
Convertir el Estado en un ejército reformador de hombres es una tarea tan
inútil como inútiles son muchísimos de ellos. Que las mujeres podamos vivir sin
depender de ellos es la solución. Sólo así nos respetarán. Lo único que nos
evitará todas las privaciones y humillaciones que vivimos junto a nuestros
hijos e hijas es la independencia económica. En eso consiste el amparo estatal.
Debemos ser coherentes. Queremos el apoyo, los votos de esa mitad de la
población. Entonces, la propuesta mejor elaborada debe ser para ellas, para
nosotras, las mujeres, las madres.
La madre es el núcleo biológico, social, moral y económico de la familia. La
familia es el núcleo de la sociedad. Para que la sociedad esté bien, todas las
madres debemos estar bien. Elemental. Esa debe ser nuestra prioridad, nuestra meta.
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