Tranquilo con Danilo

¡Tantos años de duquesa, y no aprendes a mover el abanico! ¿Y esa desesperación, muchacho? ¿Te has dado cuenta, de repente, que debes apoyar a tu candidato y has querido darle una prueba desaforada de tu apoyo? ¿Para qué? En cuanto a él, siempre ha estado de tu lado, nunca te ha enfrentado, no te ha hecho la menor crítica, ni observación. No es necesario que le des pruebas de que estás de su lado: él está del tuyo. En cuanto a ti, no gastes tu pólvora en garzas: él no va a ganar ni que te vayas de boca apoyándolo, ni que gastes todo nuestro dinero y el que coges prestado a nuestro nombre en hacerle campaña.

Ahora, en relación a esa sacadera de cuentas a tu predecesor y seguro sucesor, debes tener conciencia de que perdiste un tiempo precioso de ése que te pagamos sin que sepamos exactamente cuánto. Este ha sido el más innecesario y el más perjudicial – para ti mismo - de todos tus discursos. Todo el mundo sabe hasta donde se extendió tu mano y la de los tuyos en la mayor parte de lo que ocurrió en el país durante ese período, entre ellas, las arcas literalmente vacías y el posterior descalabro de los bancos, por sólo mencionar dos.

¿Quién iba a decirlo? Veintitrés años estudiando en el único partido que impartía formación política a su militancia (insisto en que quiero saber qué fue lo que les enseñaron); un círculo exclusivo de ciudadanos que convencieron a casi todo el mundo de la sanidad de sus intenciones, que parecían disciplinados, con reglas estrictas que obedecer. Y mira en lo que han convertido este país.

Con su ejemplo, han fomentado todas las malas costumbres, todas las ofensas a Dios y a los gobernados, todos los delitos, todos los vicios, mucho más allá de aquellos vicios de pequeño-burgueses de los que se auto-criticaban cada vez que los cometían, que era todo el tiempo.

No lo olvides nunca: tu gran logro, todo lo que tienes que exhibir, es haber llevado a una porción escandalosa de la población a suicidarse. Tu equipo se ha ido declarando incompetente, todo lo que le queda es manifestar con asquerosa ridiculez su sumisión a ti. Saben que cuando lleguen los sombreros, ya no quedarán cabezas.

Ustedes hasta pueden empezar a jugar a decir la verdad, que ya nadie les cree. Han hecho religión de la mentira, de la falacia. ¡Dios santo! ¡Gente que fue a la escuela, que habla idiomas, que viaja! ¡Gente que conoció la miseria y la discriminación! No tienen perdón, no se lo daremos. Pero con Danilo, puedes estar tranquilo. Ese es el menor de tus problemas.

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