Asuntos de género

Si hay algo que evito en la vida es “conflictuar” (entrar en conflicto) con las militantes del feminismo, entre otras, porque tengo amigas muy queridas que profesan esa fe. Las sé muy celosas de lo que consideran sus logros y recuerdo su reacción cuando se habló de que la entonces Secretaría de Estado de la Mujer cambiara a Secretaría de Estado de la Familia.

Pero, ya que convinieron cambiar la nomenclatura al feminismo por asuntos de género, creo oportuna la ocasión para proponer que el ahora Ministerio de la Mujer cambie a Ministerio de Asuntos de Género, de manera que incluya a la población gay, que padece de males como la discriminación y la violencia por razones de género, de su preferencia sexual, pero resulta que no son mujeres, sino hombres que tienen sexo con hombres.

Nos gusten o no nos gusten, los “pájaros” existen y estamos obligados/as a respetarlos. Tienen tantos derechos civiles como el resto de la población y merecen (más bien carecen de) tanta protección estatal como los demás, aunque opino que los débiles y escasos programas existentes para la defensa de esta causa deben continuar en manos de la sociedad civil como forma de que sobrevivan a cualquier cambio en la administración política.

Para alcanzar la igualdad que les corresponde de pleno derecho, hay que empezar por desmontar todos los mitos que giran alrededor de ellos: que si son mejores peluqueros, que si son arquitectos más creativos, que si son pediatras y ginecólogos más confiables, en fin, todas esas creencias de las que no se conoce el origen ni el propósito.

Son iguales, tanto los malos, como los mediocres, como los buenos, como los excelentes. La preferencia sexual no juega ningún papel en el desempeño laboral, a menos que se trate de un acosador (generalmente heterosexual perverso), un violador (generalmente heterosexual perverso), un agresor (generalmente heterosexual perverso), o portador de cualquier desorden o patología de la conducta, más bien relacionada al ejercicio del machismo.

Aquí hay que señalar que muchos hombres homosexuales, hombres al fin y al cabo, son machistas, como lo son casi todos nuestros hombres heterosexuales y no pocas mujeres.

El caso es que, desde mi óptica, el trabajo por los asuntos de género no debe ser excluyente. Por el contrario, está llamado a ser abarcador, tanto, que tampoco deje fuera a los dos o tres hombres dominicanos que son víctimas indiscutibles de abusos de todo tipo de parte de sus mujeres. ¿Qué les parece? Inserten sus comentarios.

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