Calidad moral

Enternece leer y escuchar las declaraciones de tantos funcionarios morados descalificando a quienes critican sus acciones, cual de todas más perniciosa para la población. Es increíble que el más joven de los partidos que ha llegado al poder precisamente con el más joven de los presidentes hayan puesto el país y sus habitantes en las condiciones en que estamos todos menos ellos y encima reaccionen tan airados a la menor observación.

No conformes, desacreditan y descalifican a todo aquel que los haga sentir atacados, señalados, aunque los hechos estén ahí y no haya forma de negarlos ni ocultarlos por más esfuerzos que hagan.

Nos exigen ser sus cómplices. Nos exigen ser tarados. Nos exigen mantener esa nueva vida que han descubierto, que no ha terminado de deslumbrarlos y que no están dispuestos a dejar ni que los maten.

Pensamos que tantos de ellos, empezando por el presidente, de origen tan pobre, con formación académica, formación política, o con entrenamiento de guerra, hombres y mujeres a quienes ser lo que eran o parecían les dio tanta brega, marginados socialmente, entre otras, por la discriminación que genera la composición familiar, en fin, aquellos aparentemente mansos, llenos de convencimientos y de principios, imperturbables, y todo lo demás por lo que se reconocían los peledeístas, han hecho daños irreparables al país y no permiten que se les reclame.

Al no tener argumentos para defender lo indefendible, restan a los demás una calidad moral que ellos mismos, si alguna vez la tuvieron, hace tiempo que perdieron. Son perversos, retorcidos, desconsiderados, atrevidos, cínicos, sarcásticos, hipócritas, ladinos, peligrosos al extremo de que se temen entre ellos, y todavía estoy en el plano de sus virtudes. Me da pavor escribir sus defectos con todas sus letras.

Todo se lo perdono a Juan Bosch, menos la extraña formación que dio a los cuadros de su partido. Si leemos sus cuentos con la debida atención, no nos sorprenderá demasiado el resultado de sus enseñanzas.

Todo se lo perdono a Balaguer, lo que se dice y lo que de verdad hizo, menos que nos dejara en las manos de ese combo de incalificables. Y si Peña Gómez puso algo en eso, tampoco se lo perdono, como tampoco perdonará nunca este pueblo a Hipólito si pasa borrón y cuenta nueva cuando gane las elecciones el año que viene.

¡Calidad moral! Esas dos palabras, ni juntas ni separadas caben en la boca de ningún funcionario de este gobierno. ¿Qué se han creído? Se les están soltando los alambritos. Se pasaron.

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