La media vuelta

“Te vas porque yo quiero que te vayas…” pero, tranquilo, que no te detendré a ninguna hora. No quiero saber nada más de ti. Lamentablemente, me has devastado de tal manera que, con suerte, quizás mis biznietos logren vivir en un país que no se acuerde de ti. Te maldigo siete veces, PLD.

Y, a todos los partidos, movimientos, organizaciones y grupos que están apostando a la segunda vuelta, les adelanto que este pueblo no los perdonará nunca. No es posible que estén jugando a dispersar el voto en aras de una pretendida demostración de una fuerza que no tienen, que pretendan obligarnos a volver a hacer campaña con todo lo que eso implica, para negociar sus votos a cambio de cuotas, siempre pequeñas, de poder.

Si quisiéramos mencionar algún partido satélite o aliado a un partido grande que haya ganado las elecciones y que, por sus “aportes” haya obtenido ministerios, direcciones generales, embajadas, consulados, contratos, lo que sea, cuya gestión haya mejorado la calidad de alguna vida que no sea la propia y de los tres gatos que los siguen, no encontraríamos ni un solo nombre.

Debería darles vergüenza declararse mercancía. Hombres viejos todos, a estas alturas del campeonato creyendo que están engañando a alguien que no sea ellos mismos. Nadie les regatea su derecho a tener ese lucrativo negocio que se llama partido político. Nadie les niega su derecho inalienable de presentar candidatos.

De ahí a saber y reconocer que su apuesta es la segunda vuelta, el paso es grande. Las preferencias están polarizadas. No es justo someternos a todos a más gastos, más tensión, por las aspiraciones de un grupito. Por eso no crecen.

Cuando las “erecciones” estén más cerca y la gente empiece a dejar de simular por conservar el empleo, el trabajo, la botella, la tarjeta, o todas las anteriores, es decir, cuando la berenjena se despoje de esa piel que, aunque morada, tiene sus gruesas rayas blancas, sólo se verá el blanco de la masa, la que alimenta, con la que se preparan platos exquisitos. La piel, a la basura, que se la coman los ratones.

Entonces, los partidos emergentes, alternativos o como más les guste llamarse, de todos modos pequeños, si de verdad quieren dar un servicio al país, una prueba de amor y desprendimiento, y necesitan participar en el sufragio para sobrevivir, deberían entender que eso de candidato propio es un lujo que no pueden darse, y aliarse con el candidato de su preferencia. Les informo que Hipólito va a ganar y, diferente a los peledeístas, es agradecido.

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