Predicciones 2012

Cuando Leonel fue presidente por primera vez, soltero y sin compromiso conocido públicamente, fueron muchas las mujeres que se ofrecieron a convertirse en primera dama. Entre ellas, se contaron por lo menos dos productoras de televisión que llegaron a dejar rodar la especie de un posible matrimonio con el presidente, una de ellas con fecha y todo, aunque luego declaró que sólo los unía una amistad. La otra terminó casándose con un funcionario palaciego, de quien se divorció en poco tiempo.

Está claro que por buenmozo no fue que se interesaron en Leonel. Ni por simpático y ameno, ¿verdad? Evidentemente, no sabían que ya Margarita estaba en su vida.

Hoy, al cabo de dieciséis años, ignoro en nombre de qué, sus espacios de televisión, que han mantenido por años y años, con seguridad a base de los más variados esfuerzos, se han puesto al servicio de la causa de Leonel, que es perpetuarse en el poder, en esta ocasión a través del candidato de su partido, su propia esposa, y todos los amarres institucionales realizados en nuestras narices para asegurar sus planes personales.

Ese servicio, independientemente de que genere o no algún beneficio material, es incondicional. Sí, porque hay que ser verdaderamente incondicional para presentar a una vidente diciendo que Danilo ganará en la primera vuelta, entre otras, porque la salud de Hipólito mermará al grado de requerir una cirugía, que alguien muy importante del PRD morirá antes de las elecciones – induciendo a pensar en el mismo Hipólito – y que Miguelito mantendrá su posición contra el candidato del partido que preside.

Coincidencialmente, Listín Diario publica una encuesta que da a Danilo exactamente los mismos números que la vidente había dado la víspera, bueno, digamos que unos días antes, ya que el programa era grabado.

Un amigo balaguerista me dijo hace poco que con los brujos se ganaban y se perdían elecciones, debido a que condicionan a sus creyentes o más bien crédulos clientes, tal como los condicionan a provocar que ocurran muchas otras cosas que les predicen, y tal como otros mensajes de otros credos religiosos o filosóficos condicionan a sus respectivos públicos.

Nos encanta que nos engañen. Nos sometemos a quienes nos manipulan, así sea para perjudicarnos. Lo triste es que haya gente con espacio en nuestra vida pública, con un nombre hecho, dispuesta a canalizar las energías de su audiencia, no se sabe a cambio de qué. A un advenedizo oportunista le luce, pero a quien tiene un camino recorrido, ¡’ta fuerte!

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