Nicolás y Margarita

Los cuentos de la iglesia católica no se acaban. Tampoco los del cardenal. Una de las mayores inconsistencias de la iglesia es la obligación de recibir los sacramentos, y negarlos a su sola discreción.

Hace unos años, en bautizo de campo, quedé “putrefacta” cuando vi con mis ojos y escuché con mis oídos que el párroco no bautizaría a los niños ni a las niñas que no aparecieran con el apellido de sus papás en las actas de nacimiento, es decir, no reconocidos, aunque vivieran con ellos.

Si el bautizo es el acta de nacimiento de la iglesia, que durante años fue tan oficial como la verdaderamente oficial, al extremo de que era obligatorio presentar la fe de bautismo para inscribirse en casi todas las escuelas, y lo único que cuenta al momento del agua y la sal es el nombre “de pila”, ¿por qué tiene la iglesia que meterse en ese asunto tan fuera de su órbita?

Así, niega la comunión a quienes no se confiesan, o sea, a quienes no cuentan a un cura sus más íntimas intimidades (¡qué situación tan traumática y denigrante!), hacen penitencia y pasan a lo que se conoce como estado de gracia, al tiempo de quedar en las manos de un poco confiable – históricamente demostrado – secreto de confesión.

El sacramento del matrimonio se lo han negado a todo el que les ha dado la gana, por los motivos más absurdos. Pero donde se han dado grandes es anulando ese sacramento, el único que dice explícitamente que “lo que Dios ha unido, que no lo desuna el hombre”.

No sé fuera de aquí, pero en nuestro país, por sumas nada módicas, anulan un matrimonio en un dos por tres, muy por encima de las pocas razones que los cánones de la iglesia acepta como válidos, que apenas son infertilidad, infidelidad y demencia.

El caso es que no hay como la iglesia para discriminar a la gente. Sabiendo todo eso y mucho más, por ejemplo, que nada tan efectivo como un matrimonio para acabar con el amor, no entiendo el afán de la gente por casarse, además por la iglesia.

Pero mucho menos entiendo qué gana Margarita haciéndole el dúo al cardenal en un tema tan espinoso como el matrimonio entre parejas del mismo sexo, a menos que ella esté aspirando a que Leonel se case con ella por la iglesia y que sea el cardenal en persona quien oficie. Quizás uno de los dos, o ambos, requieran anular su matrimonio anterior y por infertilidad no va a ser.

Bateaste de foul, Margarita. Sí, porque siendo candidata a la vicepresidencia, no calculaste que el cardenal es un solo voto y los pájaros son, bueno, iban a ser, muuuuuuchos.

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