Las mujeres de los peledeístas

No todas, pero una buena parte de las compañeras de los dirigentes, cuadros, activistas y miembros del PLD pasaron muchos años cargando solas el peso del hogar, como si fueran madres solteras, en sumiso apoyo a los compromisos políticos de sus maridos, y eso, que de ninguno o de muy pocos se puede decir que fueran compañía agradable para ellas y sus proles.

Pensando en Margarita y Leonel, de repente recordé varias parejas peledeístas que conocí en mis tiempos de simpatizante y colaboradora, y lo cierto es que hay un patrón de conducta en la relación de las parejas moradas que casi, casi, se puede generalizar.

Miren que Margarita no es peledeísta de formación y, sin embargo, encaja perfectamente en los términos de referencia. Las mujeres de los peledeístas, no sé a partir de qué precepto, entienden que deben ser el trampolín de sus maridos, que deben servir para que ellos suban, que deben prestarse a todas sus ocurrencias, bellaquerías incluidas, para mantenerlos unidos a ellas.

Después de divorciados y cada uno casado por su lado, algunas (ex) parejas moradas mantienen ese tipo de relación donde la mujer, de una auto-estima que oscila entre muy baja y muerta, se siente en obligación de empujar al padre de sus hijos para que llegue a determinada posición, aunque se sepa utilizada.

Los peledeístas, cuando eran muy pobres y además desempleados, eran del tipo de marido que, encima de no aportar nada al sostén de la familia, exigían como si fueran reyes tratados con irreverencia, como si esas mujeres no supieran valorar el privilegio de estar casadas con esos vagos, vividores, de los cuales casi todos terminaron botándolas como zapatos viejos desde que empezaron a coger un aire.

Sí, a esas esposas que se mataban trabajando, que llegaban a sus casas a fajarse con los oficios y los niños, que les pagaron sus estudios universitarios, muchas de ellas abandonando sus propios estudios, que mantuvieron eso que ellos mismos llamaban vicios de pequeño-burgués, que no eran más que malas mañas para comer, beber, vestirse, transportarse y divertirse, a esas mujeres, o las botaron, o se quedaron casados con ellas a cambio de que aguanten calladas amantes y todo tipo de desconsideraciones.

Algunos han llevado a sus ex mujeres, a quienes les deben todo, a la justicia, por asuntos de dinero y bienes. Casi todos las han desacreditado, las han descalificado. Y ellas siguen de lo más dispuestas a cualquier cosa para contentar a sus verdugos. ¿Qué antojo podrá negar la Margot a Leonel?

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