Tanta amabilidad me confunde

Y me llena de amargas dudas. Aunque, pensándolo bien, lo de Amable no parece demasiado confuso, sino preocupantemente claro. Por muy mal que pensemos de él, por muy mal que nos caiga, por mucho que nos repugne su forma de hacer política, para quien anda buscando votos es impensable desestimar la cantidad de recursos humanos y financieros de los que dispone Amable.

Lo que está a la vista no necesita espejuelos. No es arriesgado calcular que, si bien está decidido a apoyar a Hipólito, es decir, a pedir a sus seguidores que voten por Hipólito, y a invertir algún menudito en su campaña, hay algo que le impide hacerlo público y es fácil deducir que el impedimento se relaciona directamente con sus nada misteriosas reuniones con Leonel.

Si Leonel tiene a Amable agarrado por el pichirrí (no puede ser por los bozos, porque Amable se afeita el bigote), no es porque sepa nada de Amable que él mismo, Leonel, no haya hecho ni haya encubierto a sus más cercanos colaboradores. El chantaje (así se llama) se debe, con seguridad, a que no han sido socios ni cómplices, pero que tampoco han rivalizado al extremo de que uno invada el territorio del otro. Se han respetado en sus nobles quehaceres.

Hace tiempo que Leonel está acorralando a Amable, pero no por ningún valor moral, sino porque no se beneficia en nada de la producción de Amable. Me parece estar oyéndolo recordar a Amable que no se ha metido con él, pero que si apoya a Hipólito públicamente, lo parte. Pruebas, de lo que sea, deben sobrarle.

Amable tiene la ventaja de que no posee partido propio. Al mismo tiempo, eso es una limitación: no puede salirse del partido que le ha servido de bandera para todo lo que le ha dado la gana, todo el tiempo. Entonces, la operación aritmética es muy simple: alegará apego a los mandatos de su partido – como si alguna vez lo hubiera tenido – y mandará a sus dependientes a votar por Hipólito, él mismo también lo hará, y se mantendrá al margen de las manifestaciones públicas a favor de Danilo y Margarita, aunque en algún momento se vea conminado a dar algún óbolo para esa causa.

Conozco a más de un dirigente reformista en la misma posición. Y uno que otro dirigente peledeísta también. Que el voto por Hipólito de las masas de los dos partidos, PLD y PRSC, como su nombre lo indica, será masivo. Total, el voto es más o menos secreto y, después del palo dao, ni Dios lo quita.

Lo único que da más pena que lo de Amable es lo de Miguelito, que se quedó solo, detrás del último, por estar de soberbio.

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