Las mujeres del PLD

Tengo razones de sobra para no olvidar jamás aquel homenaje por todo lo alto que un grupo de mujeres de Puerto Plata, en su mayoría del PLD, precisamente un ocho de marzo, hicieron a una abogada a quien acababan de devolver un cuento - muy bueno por cierto – que, luego de haber sido publicado en una revista puertorriqueña, fue seleccionado para una antología de narradoras latinoamericanas que se editaría en Venezuela, porque se comprobó que era un plagio.

El estilo peledeísta es fuera de serie. Esta vez fue en Santiago. Sí, porque vamos a suponer que de verdad Hipólito Mejía sea un agresor de mujeres, un desacreditador, y todo lo demás que aparece en los cartelitos.

En primer lugar, ¿cómo es que nunca han dicho nada de sus propios agresores y desacreditadores? Si no los conocen, con gusto les paso una listita que probablemente necesite actualización, pero de todos modos está bien surtida.

Ahora, ¿qué relación tendría esa inventada característica de Hipólito, con la denuncia – todavía pendiente de desmentir categóricamente – de que la candidata del PLD a la vice-presidencia tiene cuentas millonarias en bancos locales y extranjeros?

¿Se van a trasladar a la capital con los mismos cartelitos para apoyar a la empleada palaciega que gana veinte mil pesos mensuales y, además de sus cuentas millonarias, tiene tanta suerte que un banco difícil le presta diez millones de pesos, de los cuales ha logrado amortizar más o menos la mitad en pocos meses?

¿Harán escala en Jarabacoa, antes de que se les destiñan los carteles, para protestar por la denuncia sobre la mansión veraniega de Alejandrina, o aprovecharán el viaje a la capital para protestar en la oficina de Nuria Piera?

¿Qué tiene que ver todo eso con los carteles atacando a Hipólito? ¿Por qué no gastaron el dinero y el irrecuperable tiempo haciendo carteles positivos a favor de su candidata?

Mujeres peledeístas de Santiago, desconozco por completo las políticas moradas sobre el tema de género. No soy militante del tema. Lo que sí les digo es que ustedes saben mejor que yo que las mujeres no valen nada en su partido, que sus hombres se han aprovechado de ustedes y las han desconsiderado de todas las formas posibles, toda la vida.

Lucieron ridículamente utilizadas, mucho más que el patético acto de defensa moral, vacío, superficial, falso e inútil, que armaron aquí en la capital con Flavia, Gladys y otras a la cabeza, e infinitamente más que la penosa reacción de la propia Margarita ante las preguntas de los periodistas.

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