Peatonal Cofre de Amor

Cuando nos dan una dirección así, nos imaginamos un lugar muy tranquilo por donde no pasan ni se estacionan vehículos y se vive en envidiable paz y armonía. Sin embargo, fue en una vivienda del Peatonal Cofre de Amor que un hombre asestó nueve puñaladas a su hija adolescente, dizque porque ella no obedeció una orden de él de que le pasara una manguera que ella estaba utilizando.

Si el tipo no estaba enamoradísimo de la manguera, es probable que estuviera celoso de su hija, quien quizás tiene un novio, como es propio a esa edad o, peor, posiblemente la hija se le estaba rebelando a cualquier requerimiento sexual, como parece haberse vuelto tradición en los papás dominicanos.

Ese nivel de violencia, abuso y agresión, que alegremente llamamos pasional, efectivamente, sólo lo desatan las pasiones, esas pasiones retorcidas que incluyen sentido de propiedad incondicional y absoluta. Sí, porque el hombre, además, agredió a todo el que acudió a auxiliar a su hija, en claro mensaje de “no se metan, que ella es mía y con lo mío hago lo que me da la gana”. Es muy difícil que se tratara de la manguera, ni de desobediencia simple.

Precisamente en estos días se han conocido dos casos de jóvenes muertos/as por negarse a practicar sexo oral a uniformados. He llegado a la conclusión de que esos policías o guardias son obligados a hacer lo mismo a sus superiores, casi seguro del mismo sexo, y por eso ellos han intentado repetir el ejercicio de poder. A ellos no los matan porque no se atreven a negarse. Imagínense, aprendieron temprano que “el que no llora, no mama”, y un poco más tarde que “el que no (se lo) mama (a su jefe), no vivirá para contarlo”. Ni siquiera pido disculpas por la vulgaridad. Esto no es literatura infantil y ésas son las palabras más adecuadas para ilustrar los hechos.

La señal más clara de nuestro atraso es esa estrecha relación entre sexo y violencia. El ejercicio de la sexualidad, que debería ser tan natural como comer, dormir y demás funciones que satisfacen necesidades, parecería no poder ser disfrutado si no se realiza en un marco de poder, abuso, agresión.

El Cofre de Amor está vacío, siempre lo ha estado. Se diría que perdió toda esperanza de llenarse, así sea de telaraña. No hay para dónde coger. ¿Qué dijo el Sumo Pontífice en México, portador de la llave del cofre de amor de la iglesia católica, al negarse a escuchar a las víctimas sexuales de los sacerdotes católicos? ¡Que los agresivos, encima ambiguos, eran ellos! ¡Y no lo declararon non grato!

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