Observaciones

Tampoco pensaba verlo, pero también lo vi, para establecer comparaciones. Y si algo me quedó de mis casi dos horas dedicadas a la comparecencia de Danilo en Teleantillas, fue la seguridad de que, para Danilo, corregir lo que está mal y continuar lo que está bien es exactamente lo mismo. No hay ni siquiera un hilito imperceptible que separe el bien del mal. Sus respuestas a las dos preguntas fueron idénticas, casi palabra por palabra. Por eso, no quiero ni pensar qué será lo que nunca se ha hecho. Tuvieron que hacerle tres veces por lo menos dos preguntas que, a pesar de todo lo que dijo las dos veces anteriores durante los respectivos tres minutos, no respondió claramente. Y la tercera vez, tampoco. Su celebrada respuesta de que mantendría el Despacho de la Primera Dama tal cual porque si no, “¿qué voy a hacer con Candy?”, me pareció de un mal gusto espantoso, como el de tantos hombres que, para hacer y deshacer, entienden que sus mujeres deben estar bien embulladas, sólo que este embullo en particular cuesta muchos millones y no precisamente de su bolsillo del que, por cierto, seguimos sin saber de qué fuente se abastecen. En cuanto al tan oneroso como desacreditado Despacho, precisamente la víspera, su compañera de boleta había declarado, de lo más entusiasmada, que “Danilo me lo va a dejar, como parte del gabinete social que encabeza la vicepresidencia”. Dios quiera que orégano sea. Danilo no fue tajante ni convincente al responder ninguna de las preguntas, y eso que en casi todas excedió los tres minutos. Llamó la atención su evasiva respuesta a la pregunta sobre la eventual permanencia de todo o parte del gabinete actual. A la pregunta sobre sus medidas para castigar la corrupción existente y prevenir la que con certeza se presentaría en su gobierno si se alzara con el triunfo, dio la única respuesta clara de la noche: nada que no sea aguaje y piratería. Por lo demás, me intimidó mucho su lenguaje corporal, la ausencia de su mirada y la rapidez con la que habla, como para que no lo entiendan, además de la cantidad de palabras que pronuncia, una sin haber completado la otra, para dejarnos sin saber qué dijo, peor, qué quiso decir. Es evidente su sentido de propiedad del país, del Estado: “Yo quiero…” “Necesito que…” “Me…” “Mi…” Todo en primera persona, como quien entiende que recibirá una herencia y, según su voluntad, repartirá migajas, de las que crean ilusión de bienestar, apagan conatos de fuego, duermen ciertas conciencias y alimentan egos mediocres.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No estás siendo correcta, ni siquiera estás siendo sincera, tu sabes que eso que comentas lo hizo el candidato que defiendes, y que a sabiendas de su corta capacidad de articular ideas lo quieres vender como preparado para gobernar. Eso electoralmente es una estafa.

Seamos sensatos, dí que no simpatizas con Danilo, pero no le quieras cargar los desaciertos y sin sentidos que dice el que apasionadamente defiendes.

El 20 de mayo hablará, y lo hará para bien del país. El que no sabe, no debe gobernar. Lo demás, cosette, es retórica pequeño burguesa.

Saludos.

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