Rehenes

Los peledeístas no tienen límite. Un buen número de las figuras públicas que han aparecido “juramentándose con Danilo”, lo han hecho en categoría de rehenes. Son personas que han logrado hacerse de un nombre, ganarse el respeto de la comunidad, a base del ejercicio independiente de sus profesiones, artes, servicios, o pequeñas y medianas empresas a quienes soltaron los voraces perros del fisco, y “determinaron” que deben los millones de Rockefeller a Impuestos Internos. Hay que ver la petulancia, la irreverencia de esos/as inspectores/as de la DGII, por lo general, jóvenes en carros caros y con cámaras de última generación, retratando hasta la basura del baño. (Los de Aduanas son peores.) A quienes no pueden atribuirles deudas, les ponen impedimentos por investigación. Por ejemplo, si se han mudado, dan por hecho que la dirección anterior era falsa. En lo que se averigua el caso, nadie puede emitir un cheque de pago por los servicios de este/a profesional o artista o empresario/a de cualquier tamaño. Después de varias noches de insomnio y muchos días de desesperación, como por arte de magia, de la nada, surge un compañerito, un emisario peledeísta, y les ofrece “facilidades” que, según el caso, pueden hasta borrarlos del sistema de un solo teclazo, pasando sin transición a hacerles notar la conveniencia de dar una muestra de gratitud apoyando públicamente el candidato del momento. Los pocos que se han negado, están pagando caro por eso. Los desacreditan, los bloquean, les instalan competencia fuerte, o inventan una construcción o remodelación para impedir el acceso a sus establecimientos. Conste, la práctica no es nueva. No es la primera campaña en la que el PLD usa este tipo de chantaje. Sólo que esta vez apareció quien confirmara la especie. Ahora entiendo por qué tantos profesionales han perdido sus clientes, tantos artistas han perdido su público, y tantos pequeños y medianos negocios han cerrado. Porque, además, a quienes claudican, les ocupan su tiempo y su espacio de manera gratuita o muy mal pagada. Quedan en cautiverio. A los peledeístas no les cruza por la cabeza que ni uno solo de ellos les va a echar su voto. A estas horas, deberían tener bastante claro que, por más bellaquerías, más interactivos y más de todo, perderán de calle las elecciones; que hasta los mismos peledeístas y sus aliados están hartos de su gobierno, muertos de la vergüenza de tanto escándalo y tanto comportamiento de gentuza en las más altas esferas de los tres poderes del Estado.

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