Ahora, la que sigue
Luego de un breve y necesario descanso para poner las ideas y las emociones
en su lugar, el PRM procede a organizar la convención para llenar las boletas
electorales para el Congreso y los ayuntamientos en todo el país.
Este proceso, naturalmente, será más complicado. Se trata de seleccionar
como cuatro mil candidatos a senadores, diputados, síndicos y regidores. Y hay
muchos aspirantes para cada casilla, casi todos con méritos, sin mencionar que
la mayoría de los que actualmente son legisladores o funcionarios municipales
estarían encantados de permanecer en los puestos un período más.
Aquí, lo mismo. Estamos obligados a demostrar, además de civismo y criterio
de idoneidad, que somos auténticamente revolucionarios y modernos. Tenemos que
llenar las boletas de candidatos de probadas inquietudes sociales, hombres y
mujeres que de verdad representen sus respectivas comunidades, cuyos entornos
sientan que tienen en ellos un defensor, un conocedor de los males que los
afectan a todos y le reconozcan intención y capacidad de procurar soluciones.
Tenemos ciento veinte días a partir del pasado domingo y la tarea es dura.
Es de vida o muerte salir airosos de ésta, asegurarnos de que quedaremos
adecuadamente representados en el poder legislativo y en el poder municipal, en
cantidad y calidad, de manera que dispongamos de la fuerza necesaria para
realizar los cambios en las leyes que nos rigen y en las normas de convivencia
y hacer de cada ciudad, pueblo, municipio y paraje, lugares donde se pueda
vivir sin grandes tensiones, sin mayores disgustos, sin miedo, sin violencia.
Sí, la propuesta municipal del PRM debe basarse en la convivencia, tanto
urbana como rural. Girar alrededor de ella. Hacer que todos y cada uno de los
habitantes de su comunidad, no importa el partido que prefieran, se sientan
parte integral de ella, que la vean con sensación de casa propia. Sólo así
desarrollarán la tendencia y el hábito de cuidarla, no solamente en términos de
limpieza y ornato, sino de conductas personales, familiares y sociales que
eliminen para siempre los alarmantes niveles de hostilidad que existen ahora
mismo entre vecinos, compueblanos, conciudadanos.
Queremos, podemos y debemos llevar legisladores que se resistan al
barrilito, al cofrecito, al hombre del maletín, a las exoneraciones y demás
dineros y beneficios. Queremos, podemos y debemos llevar legisladores que
detengan el desenfreno de los préstamos que nos endeudan hasta no se sabe
cuántas generaciones. Que las obras y proyectos se desarrollen con las
recaudaciones del gobierno y, lo que no se pueda, que no se haga.
Con la elección de Luis Abinader como candidato presidencial, marcamos un
hito en la historia política dominicana. Tenemos una oportunidad de oro para
seguir sentando precedentes con la selección de nuestros casi cuatro mil
candidatos al Congreso y los Ayuntamientos, y demostrar que sí somos
revolucionarios, modernos y, por supuesto, mayoritarios. Y que esos casi cuatro
mil candidatos representen dignamente a la comunidad que los eligió.
A trabajar con ahínco, con las mejores intenciones y prácticas para dar al
país lo que tanto anhela, necesita y merece.
Comentarios