Olimpíadas especiales
Hay más de un sector, cual de todos más numeroso, que nunca ha tenido
espacio ni en los partidos políticos ni en las instituciones del Estado, a no
ser una utilización de las diferentes condiciones que los identifican para
sacarles ventajas momentáneas.
Por eso han surgido las llamadas ONG que aglutinan a personas en una
determinada situación y luchan por superarse, cuando menos ser respetados y
preferiblemente tomados en cuenta. Se mantienen de donaciones, incluyendo
limosnas, de altruistas, empresarios, fundaciones, organizaciones
internacionales, evasores de impuestos y demás.
Olimpíadas especiales es una de esas instituciones que ha tenido que
organizarse en aras de la superación de personas con limitaciones físicas y
mentales, en su mayoría con Síndrome de Down con aptitudes deportivas. Si es
impactante ver la cantidad de trofeos, medallas y premios obtenidos en
competencias, aquí y en el extranjero, mucho más emocionante es verlos
entrenando y no hay una palabra que defina lo que se siente cuando se les ve
metidos en fiesta, bailando y divirtiéndose.
Lo que reciben del Ministerio es menos que una limosna que, encima, no
siempre llega a tiempo. A pesar de las muchas puertas que tocan, en más de una
ocasión han tenido que declinar invitaciones a participar en competencias donde
lo único que tienen que aportar es el boleto aéreo.
Yo misma he solicitado a diferentes medios de prensa que les hagan
reportajes para sensibilizar a la población y, especialmente, a quienes están
en capacidad de colaborar con esta causa. Nada. Al parecer, no es noticia que
venda.
Sólo cuando aprendamos y aceptemos que la solidaridad es la base del
progreso, entenderemos que no es necesario ser doliente de una causa para
apoyarla. He oído a altos dirigentes de partido, aspirantes a altísimas
posiciones de los poderes del Estado, insinuando, a modo de choteo, que quienes
respetamos y exigimos respeto para determinados sectores, de alguna manera
pertenecemos a ellos. Y cuando se trata, por ejemplo, de las organizaciones
basadas en el ejercicio de la sexualidad, llámense trabajadoras sexuales,
homosexuales y todas sus variantes, entonces es que se ensañan.
Pero pasa lo mismo con muchas otras, a saber, los cristianos no católicos,
los no cristianos, los no videntes, los impedidos físicos. No es diferente con
los atletas especiales. No se limitan a ser indiferentes a todas estas y otras causas,
sino que se atreven a referirse a ellas usando nomenclaturas peyorativas,
manifestando unos niveles asqueantes de desprecio, de burla inmisericorde.
Aun así, se atreven a contar con el apoyo de todos ellos, muchas veces en
forma de voto. Esto en el caso de los políticos, pero igualmente los
empresarios los quieren de clientes, y así por el estilo.
Entonces, cuando quieran empezar a entrenarse en el ejercicio de la
solidaridad, a ver si progresamos, den una vueltecita por el Palacio de los
Deportes cualquier sábado de 8:30 a 10 am y no se limiten a hacerse un selfie. Pregunten
en qué pueden servirles, cómo pueden impulsar los deportes especiales.
Comprométanse a luchar por ellos.
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