Amigos y compañeros con Hipólito
Más de uno/a de ustedes me ha
preguntado con sorpresa cómo es que estoy apoyando a Luis siendo cercana a
Hipólito. Como falta poco para la convención y no podré hablar con cada uno/a,
aquí va la explicación.
Mi vínculo de amistad con
Hipólito, de mi parte – y segurito que de la suya también – permanece incólume,
al igual que mi cariño y mi gratitud. En primer lugar, yo creí que Hipólito no
se iba a postular, que apoyaría a Luis. Cuando hizo oficial su aspiración, ya
me había comprometido con la causa de Luis. Eso lo entiende Hipólito mejor que
nadie, siendo un hombre de palabra.
En segundo lugar, ni muerta
vuelvo a integrarme en un equipo con quienes compusieron la comisión
de alto nivel en la que me tocó trabajar en la campaña de 2012, mucho menos
quisiera ver a muchas de esas personas, ni a otras de otras comisiones o de
ninguna comisión, en los puestos del gobierno.
Es más, un amigo a quien quiero,
respeto y admiro, que es persona de toda confianza de Hipólito, me aseguró que
Pepe Goico, después que se hizo una cierta cirugía, había cambiado mucho, que
era otra persona. Pero resulta que pocos días después fui al taller de Viamar a
dar mantenimiento al carrito de mi hija y, sí, Pepe Goico ha cambiado, para
mucho peor. Aquello fue de terror y espanto. Ni voy a contar esa historia tan
fea de abuso y atropello contra una señora indefensa. Esto, por sólo
mencionarles un caso, que si elaboro siquiera una pequeña parte de la lista de
nombres y sus hechos, ni este virtual espacio alcanzaría.
Hipólito ya fue presidente. Intentó
reelegirse y no lo logró. Se candidateó de nuevo en 2012 y tampoco ganó. No le
estoy reclamando nada. Eso no está bajo su control. Sólo digo que en esta
ocasión debemos llevar otro candidato.
Hipólito mismo, incluso en
discursos pronunciados en actividades de campaña, dijo hasta la saciedad que él
no tenía nada qué perder, que su vida estaba resuelta. Nada más cierto. Su vida
ha seguido igual, quizás hasta mejor, de lo que me alegro muchísimo, como me
alegra el bienestar de todos mis relacionados. Quienes perdimos fuimos todos
nosotros, los que teníamos nuestras esperanzas puestas en ese triunfo para algo
tan simple como ejercer nuestro derecho al trabajo. Nos quedamos cogiendo aire,
más la pela de todos los que tienen los más variados argumentos para (intentar)
demostrarnos que, robadas o no las elecciones, Hipólito tuvo una cuota alta de
responsabilidad en ese fracaso, recordándonos algunas de sus declaraciones ya
en la curva final de la campaña.
Tener que elegir entre dos expresidentes,
a mi juicio, es un retroceso y no chiquito. Lo mismo que elegir entre un
expresidente y un re-postulado. Si tenemos la oportunidad de presentar un
flamante candidato de estreno, creo que es más probable el triunfo y que, en caso de perder,
sería menos frustrante, que podremos decir como los médicos: “hicimos lo que
pudimos”. ¿Satisfechos?
P.D. Que conste que no le estoy sugiriendo a nadie que cambie de chaqueta. Y que conste que no le permito a nadie que hable mal de Hipólito en mi presencia. He dicho.
P.D. Que conste que no le estoy sugiriendo a nadie que cambie de chaqueta. Y que conste que no le permito a nadie que hable mal de Hipólito en mi presencia. He dicho.
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