Votaré 3, por Luis, por ti, por mí.



Pero tengo que decir que me encantó el discurso de cierre de campaña de Hipólito, el contenido y la lectura. Llano, contundente. Conciso y preciso. Estoy segura de que caló hondo. 

Por otro lado, aun siendo defensora a capa y espada del derecho inalienable al ejercicio de la sexualidad de la manera que cada cual elija, me pareció de muy mal gusto que la carta fechada a principios de mes que enviara el embajador americano a Hipólito fuera dada a conocer al público tres semanas después, precisamente el último día de la campaña, y creo que, en un acto de justicia, hay que reconocerle coherencia y firmeza al precandidato, estemos o no de acuerdo con su posición. Vayan mis respetos aumentados, mi cariño y mi gratitud, con lo que siempre podrá contar, y lo sabe.

Diferente a quienes han manifestado algarabía por la reseña, no creo que eso haya restado ni medio voto a Hipólito. En realidad, el embajador no está en el país en su calidad de activista gay – y que conste que celebro mucho que lo sea. Esa parte de mandar a Hipólito a conversar con su consorte no le quedó nada elegante, la verdad.

Volviendo a lo que interesa, mañana tendremos la oportunidad, no solamente de elegir el candidato que llevaremos al poder ejecutivo, sino de dar una demostración de civismo. Nos portaremos como militantes de una causa creíble, confiable, esperanzadora. El lema será “cero bochinche”.

Felizmente, los cuatro aspirantes son personas de bien, con sólida formación académica y esmerada educación doméstica. Y cada uno ha pedido encarecidamente a sus votantes que mantengan un comportamiento a la altura de la circunstancias. Es de vida o muerte que todo transcurra sin incidentes contrarios a las buenas costumbres. De eso depende la consolidación del partido. Está en las manos de todos nosotros sentar ese precedente y ganarnos el respeto de toda la población, simpatizantes o no de nuestra propuesta.

Quiero que Luis gane la convención, y mi deseo no tiene ni una sola razón negativa. Sólo quiero consistencia entre los resultados del escrutinio y el nombre del partido, o sea, un candidato revolucionario y moderno. Es paradójico resaltar el peso específico de la juventud y cerrar el paso a la generación de relevo al mismo tiempo.

Debido a su empatía con ellos, Luis ha impactado favorablemente a todos esos sectores llamados minorías que componen la sociedad civil y que tradicionalmente no son tomados en cuenta por los partidos políticos ni por sus líderes. Juntos, suman una mayoría abrumadora.

En fin, sé que si había alguien indeciso, vacilante, con respecto a la elección de su candidato, después de oír la convincente intervención de Roberto Fulcar en el programa televisado de cierre de campaña, quedó sin el menor resquicio de duda y votará por Luis mañana.

Esperaremos los resultados, y desde el lunes mismo empezaremos a recorrer el camino – que no será de pétalos de rosas - del PRM y del candidato hacia el Palacio Nacional. Hasta mañana. Hasta la victoria.

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